jueves, 2 de octubre de 2008

A poco andar se sabe cuan placentero resulta un zapato



Amado mío:
Si despiertas y encuentras esta carta en el cajón del velador es, definitivamente, porque la buscaste. Si no la encuentras, te será imposible leerla. Es más, habiéndola hallado espero logres comprender mi letra, debido a que mi pulso no era del todo óptimo cuando la escribí. Lo sabes, beber me afecta. Salimos juntos anoche y entre copa y copa me fui emborrachando.
¿Recuerdas?, Nuestras voces subían alegres como burbujas de champagne, ( Lee champáng, por favor, es más glamoroso), las pupilas brillaban entusiastas y nuestros labios se humedecían de sólo imaginar como arderían los leños del deseo y pasión, más tarde, en nuestro lecho.
Lo otro que podría suceder es que no la comprendas, ya que jamás destacaste en lengua y, bueno, en ninguna asignatura.
!Ah!, lo olvidaba, ahora que han pasado los minutos y la sobriedad pretende ingresar en mí, no me queda claro si escribí sobre un papel en blanco o quedó en blanco mi mente, así es que si no puedes encontrarla y sólo ves una hoja, intenta atrapar las palabras que dije antes de marcharme. Une cada letra porque con el portazo produje una ráfaga de viento que probablemente las dispersó por el aire.
Amado mío, si no logras despertar es porque efectivamente lo que había en el frasco era veneno. Por favor perdóname, fue un acto inconciente. Me dejé llevar por la rabia y la envidia. Iré a confesar ambos pecados este domingo o antes, si tu funeral se lleva a cabo mañana.
La rubia tostada, bonita, 1,70 metros, ojos almendrados, boca roja, lujuriosa mirada, flores en el pelo, minifalda incitadora, tacos altos y blusa escotada llena de abalorios burdos...La rubia, la puta rubia de tu secretaria, tenía justo que aparecer y celarte preconizando la coincidencia del encuentro, dejando caer esa sarta de historias vividas y repasadas casi a diario, por si había algo que mejorar en sus relaciones sexo-laborales u otra innovación que llevar a prueba hasta el límite, sin cobrar aranceles por horas extras.
Sintiéndose ganadora, jamás sospechó que caería en detrimento tu imagen y la de ella.
La rubia, la puta rubia ahora debe estar buscando empleo en algún periódico de provincia y, quizás, alcance a leer tu nombre en la página roja.

Tuya hasta que la muerte nos separe
Cristina