viernes, 23 de noviembre de 2007

Dónde te encuentro, ahora que la luna pretende disgregar la razón de nuestras noches?




Yo caminé descalza por tu pueblo, desnudando tus huellas en mis huellas, conociendo la marcha de tus días, deteniéndome en parajes de tus sueños.
Vagué bajo las sombras de bosques milenarios y cargué sobre mi espalda el sol de tus atardeceres.
Me bebí la lluvia de todos tus inviernos y recogí la ausencia en los despojos de tu de otoño.
Coseché el trigo de tus manos labriegas y sembré la semilla de tus pupilas en surcos carentes de horizontes verdes.
Conversé con tus muertos, puse flores en sus cabezas e hicimos una fiesta recordando tu vida.
Acaricié las manos de tu madre, besé su frente y me quedé prendida en su regazo como niña temerosa del mañana.
Jugué con tu infancia y me dormí acunada por el silencio de tus noches.
Camino al arroyo derramé nuestra historia, para que todos sepan como te voy amando. Susurré mi verso como un ruego a los espíritus que custodian la tarde de tus nostalgias, bendiciendo tu nombre, jurando postergar mi palabra y mis sueños hasta que llegue el tiempo de un por siempre nosotros.
Hoy me culpo...a pesar de caminar descalza por todos los dolores, de beberme el llanto de tus pupilas de niño triste, de cubrir con mi piel la llaga de tu herida, de hacer mío el lugar donde nace la ausencia, de olvidar que hay olvido en tu olvido y mi olvido.

2 comentarios:

fonsilleda dijo...

¡Qué belleza querida Pilar!
¡Qué amor más bello!, a pesar de los olvidos.
Haberlo vivido y sentido, tiene que servir para algo.

Pilar dijo...

Fonsilleda:

Vale la pena siempre haber amado, a pesar de todo y todos.
Vale la pena reconocernos en el amor.
Vale la pena sabernos vida.

Un abrazo inmenso
Pilar