sábado, 10 de noviembre de 2007

Tus manos



Regálame tus manos blancas,
tus manos de amaneceres limpios,
de gaviotas engendrando nuevos cielos.
Regálame tu voz de arrullo,
tu voz anidando los acentos que seducen mi silencio,
tu voz de poesía, de batalla, de ruego y de protesta.
Regálame los paisajes que atrapan tus pupilas,
tus pupilas de niño, tus pupilas hombre
y déjame dormir, eternamente,
contenida en el aliento de cada beso tuyo,
suspendida en la tibieza de tu regazo.

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